miércoles, 22 de octubre de 2008


Hoy, 22 de Octubre de 2008, primer ensayo oficial de la Tuna de la ESIME Azcapotzalco.

Estaremos en el Auditorio de la Escuela ubicado en el Edificio 1 a partir de la 1 de la tarde y hasta las 4 de la tarde para conocernos mejor.

Contaremos con la presencia de Miguel Ángel Ábrica y Arturo Ugartechea, dos grandes Tunos de la Estudiantina Asunción (Antes Tuna de Colegios Superiores de Asunción), que vendrán a darnos una plática sobre Tunería y a comenzar con la instrucción para los nuevos instrumentistas.

Esperemos que sea un gran día, que muchos nuevos elementos se nos integren al grupo y... ¡Aupa ESIME!

lunes, 20 de octubre de 2008

¿Qué es un Pardillo?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra “Pardillo” significa:

pardillo, lla.

(Del dim. de pardo).

1. adj. Aldeano, palurdo.

2. adj. Dicho de una persona: Incauta, que se deja estafar fácilmente.

3. m. Ave del orden de las Paseriformes, de unos catorce centímetros desde la punta del pico hasta el extremo de la cola y dos decímetros y medio de envergadura, plumaje de color pardo rojizo en general, negruzco en las alas y la cola, manchado de blanco en el arranque de esta y en las remeras extremas, carmesí en la cabeza y en el pecho, y blanco en el abdomen. La hembra tiene colores menos vivos. Es uno de los pájaros más lindos de España, se alimenta de semillas, principalmente de linaza y cañamones, canta bien y se domestica con facilidad.

Ahora bien, según el gremio de Tunos (y Tunas), un “Pardillo” es:

· El burrito que sirve los tragos.

· El chico que pasa la gorrita para comprar el pomo.

· El pobre que carga los instrumentos de todos los tunos (lo malo es que son todos a la vez, así que imagínense…).

· El cuidador de borrachos resignado en todos los viajes de la tuna (o casi todos…).

· El tonto que no sabe nada y aprende de los que dicen saber (aunque no siempre sepan lo que deberían de saber…).

· El gatito que prueba las cosas raras que preparan los Tunos de beber o de comer, si no se muere entonces el Tuno puede comer.

· La burla del grupo.

· Y tantas otras definiciones que bueno… nunca terminaría esto.

La definición más concreta que podría dar sobre “Pardillo” es:

· Dícese del interesado en formar parte de una Tuna, para lo cual, se expone física y mentalmente a una serie de pruebas que en algunos casos lo hacen un energúmeno y en otros tantos lo ayudan a crecer como persona, desarrollando una serie de habilidades increíbles e inimaginables. Ingenuo, tonto, amigable, gracioso, divertido, siempre atento a lo que sus Tunos le puedan enseñar y deseando algún día ser como ellos.
Sin duda, el Pardillo es uno de los pilares más importantes del grupo, sin ellos los grupos se extinguirían, ya que no tendrían quien siguiera con la tradición.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Historia de la Tunería

Esta entrada es a manera de referencia para todas las personas interesadas en integrarse al grupo, para que sepan el porqué de esto...

Historia de la Tunería

De la Tuna se conoce poco, y de lo poco mal y de oídas. Suele decirse que existe desde la fundación de los primeros Estudios españoles, lo que al menos es inexacto si entendemos la Tuna con el carácter y señas que en la actualidad posee y la definen.

El siglo XIII vio brotar las primeras Universidades hispanas. Fue pionero el Estudio General de Palencia (año 1212), posteriormente surgieron el de Salamanca (alrededor del 1215), Valladolid (1260), Lérida (1300), etc. A su sombra nació una nueva casta o grupo social, el conformado por los estudiantes que, abandonando familia y raíces, recorrían los polvorientos caminos en busca del saber que se alojaba en estos flamantes y novísimos templos de erudición.

Eran los escolares bulliciosos, alegres, ingeniosos y pícaros, "más amigos del baldeo y rodancho que del Bartolo y Baldo", y poseían un sentido corporativo muy fuerte anclado en la articulación de un fuero y gobierno propio. Los menos aplicados pasaban sus días declinando los instintos de la juventud representados por el juego, la taberna, las mocitas barbianas del lugar, las rameras, el gusto por las armas y reyertas, y la música "que éste es el primer servicio que a sus damas hacen los estudiantes pobres" .

Algunos dicen haber
en Salamanca estudiantes...
Gastan el tiempo en andar
de noche y en puterías,
en dormir y pasear,
borrachear y jugar,
y en otras bellaquerías .

Los había de diversa condición según su heredad, y así se dividían en Colegiales y Manteistas. Habían sido creados los Colegios en principio para dar educación a las clases menos favorecidas, pero lo costoso del Expediente de Limpieza de Sangre, que obligaba a demostrar al pretendiente a Beca que por ninguno de los cuatro costados, esto es los cuatro abuelos, tenía ascendencia morisca o judaica, posibilitó que sus plazas fueran ocupadas por miembros de la clase media nobiliaria. En los Colegios residían además los alumnos Familiares a cambio del ejercicio de las tareas domésticas, los Porcionistas, que pagaban una porción por sus alimentos y asistencia, y los pobres Alimentados, bien Camaristas (que recibían como limosna dos florines de oro en el Colegio alcalaino de San Ildefonso), ora Compañeros, que sólo la habitación percibían sin límite en el número, cuantos en las celdas cupiesen.

Entre los Manteistas, yendo de mayor a menor fortuna, se encontraban los Generosos, hijos de familias adineradas pertenecientes a la aristocracia nobiliar a cuya merced se empleaban los estudiantes Amadrigados por sólo su señor le diera estudios, cama, comida y alguna ropa. Los Pupilos se albergaban en las casas de los bachilleres de pupilos y la tónica general parece indicar que pertenecían a un grupo social asentado económicamente, aunque, claro está, no todos los pupilajes eran de la misma categoría ni precio. Venían luego los Camaristas y sus tipos, pues mientras unos se gobernaban por aposento y servicio concertando con una persona, generalmente un ama, para que les dieras casa y se ocupara de ellos, otros se alojaban en posadas y mesones, y un último grupo de escolares alquilaban casa, de condiciones bastantes precarias, en forma de república de estudiantes o compañía, prorrateando los gastos comunes, razón por la que eran conocidos también como Comuneros. La aristocracia del hambre estaba representada por los Sopistas, Capigorrones o Gorrones, llamados Machucas en Valencia, que procedían de las clases sociales más bajas y encontraban cobijo en cualquiera de las hospederías en que se albergaba a los pobres o en las leoneras de los Colegios, aunque también era frecuente que algún grupo de esta relea tomara cuarto que, por lo desarreglado y revuelto, recibía asimismo el nombre de leonera, viviendo en comuna.

La figura del sopista merece especial atención. Pobres como las ratas estudiaban y concluían su carrera sin otro auxilio que sus excelentes facultades para todo, sirviendo a otros estudiantes o realizando algún oficio o trabajo como el de zurcir sermones a párrocos faltos de inspiración, dar lecciones de vihuela, copiar libros, ejercer de cetre o ayudante del sacristán, e incluso como sacamuelas, sangradores, etc. Normalmente se alimentaban de mogollón, es decir, de la sopa que por piedad se repartía en las porterías de los conventos a los desheredados de la fortuna, de donde les vino el nombre de sopistas. La ración que de este modo recibían era escasa, insuficiente para dar calma al "hambre estudiantina", peor que la canina, pero más discurre un hambriento que cien letrados, los gorrones utilizaban entonces otros métodos más oscuros para llenar la panza, desde el sutil sablazo al compañero a la rapiña en el mercado que "Cuando un estudiante sale al mercado en día cubierto, los jamones y embuchados se ponen en movimiento".

Todos estos trabajos, frutos de la escasez, la sarna, la desnudez, la gazuza y la extrema pobreza en suma, hacían del sopista un perfecto hampón a los ojos de las gentes, que criticaban con fiereza su apicarada y amoral existencia.

Y es que "La tuna se define, como una vida vagabunda y holgazana; pero en lenguaje estudiantil significa más, pues equivale á divertirse, y comer sin estudiar. Se divide en solitaria y simultánea.

La primera es cuando un estudiante se halla declarado en trueno; pero á pesar de eso continua durante el curso sus estudios, sin agregarse a ninguna pandilla, frecuentando la sopa de los conventos (esta definición es de illo tempore).

La segunda es, cuando un estudiante se agrega con otros para vivir á patio, bajo las reglas de buena sociedad, y especular con su buen humor y sus instrumentos pro pane lucrando".

Por tanto en este periodo la Tuna no es sino trasunto fiel de la vida que habitualmente profesaban los estudiantes más humildes, de la que deriva una costumbre escolar que no es sino respuesta del agudo ingenio escolar para combatir su miseria, la de "correr la tuna", según la cual los estudiantes, para haber mantenencia a la par que diversión en el camino de vuelta a sus casas cuando los Estudios cerraban sus puertas con motivo de las vacaciones o durante todo el paro académico, por no tener morada a la que regresar, "desplegaban todos los recursos de su imaginación, todas las astucias de su ingenio, y ponían en práctica las lecciones de picaranzona y truhanería que de unos a otros se heredaban" .

Bien entrado el siglo XIX el término "Tuna" designa a la globalidad de los estudiantes, tal y como lo hace también el menos cargado de significado, podríamos decir vital, "Estudiantina". Esta es la idea que comúnmente subyace en el tradicional origen etimológico que se ha dado al vocablo en cuestión, haciéndolo derivar del francés "Tune", hospicio de mendigos, limosna, propiamente la mendicidad, tomado a su vez del nombre "Roi de Thunes" o jefe de los vagabundos franceses a quien se dio este apelativo en memoria del Duque del Bajo Egipto, forma con la que era conocido el caudillo de los gitanos cuando sus bandas llegaron a París en el año 1427. Aunque igual que de Roi de Thunes podría dimanar también de las hispanas expresiones "La Conquista de Túnez" o "Ir a Túnez", que nos trasladan a las almadrabas de las costas gaditanas.

Ya en el siglo XVIII exponía el ilustrado Fray Martín Sarmiento en su De los atunes y de sus transmigraciones y sobre el modo de aliviar la miseria de los pueblos que:

"los atunes no tienen patria ni domicilio constante, todo el mar es patria para ellos. Son unos peces errantes y unos tunantes vagabundos, que a tiempos están aquí y a tiempos están allí. Y si por imitación de los atunes no se formaron las voces tuno, tunante y tunar de la voz atún o del thunnus latino, no se puede negar que los vagabundos y tunantes son unos atunes de tierra, sin patria fija, sin domicilio constante y conocido, sin oficio ni beneficio público, y tal vez sin religión y sin alma...".

Durante los siglos XVI y XVII las tunaras del Duque de Medina Sidonia ejercieron una especial atracción sobre las legiones de perdularios que en aquellos tiempos poblaban España. Venían estos pícaros a "La Conquista de Túnez", esto es, a la pesca y a la sisa del atún, entregándose a una vida licenciosa. La expresión "Ir a Túnez", en sí, ir a los atunes, tenía también su lado irónico y de aventura, pues no era difícil ir a Sahara y aparecer en Túnez raptado por los piratas berberiscos.

El modus vivendi de estos vagabundos comenzó a llamarse tuna, y sus protagonistas tunantes o tunos. El nexo de unión se formó de una forma muy sencilla, como expresa Fray Martín Sarmiento, por pura y simple comparación, pues atunes y tunos son viajeros y buscavidas, pero mientras los primeros lo son por naturaleza, el tunante lo es por necesidad.

Etimológicamente la palabra atún proviene del árabe Al-tun, ésta del latín Thunnus, que a su vez deriva del griego Thýnnos. Esto por lo que atañe a la raíz, que el resto evolucionaría como sigue: "La variante <> en su plural tunes facilitaba la asociación paronomástica con la ciudad de Túnez o, con el seseo andaluz Tunes. Y consecuentemente el ocupado en ese pícaro oficio de ir a la conquista de Tunes se llamaría un tunante. Por eso no es casualidad que esta forma sea la más antigua de toda la familia. Pues hay que advertir que su cronología en castellano, que parece nacer en la <> o en el <> (del Estebanillo González, Amberes 1646, cap. IV y V) y por tanto posterior al francés tune (1628), es bastante más antigua, pues ya se usa en la germanía de conocimientos del siglo XVI, aunque fragmentada humorísticamente, bajo la forma tu nante, sobre la cual se inventó su nante [...] Por eso no es arriesgado suponer que en el habla jergal de las almadrabas, y a partir de la forma morisca tun `atún´, nació el tunante [...] Sobre tunante se crearía el verbo tunar y a partir de él tuna y tuno. Así se justificaría que tuna y tuno aparezcan tan tardíamente en castellano, cuando debería esperarse lo contrario si procediesen del francés tune, la forma más antigua en el dominio francés. Por la misma razón el castellano tunar se adelanta en más de un siglo al francés tuner."

Resumiendo, tuno o tunante sería aquel se sigue una vida parecida a la de los atunes, "vagabunda y holgazana", como los antiguos estudiantes, pues también éstos se incluían entre la caterva de pícaros a los que se dirigían las Instrucciones contra Vagos y Maleantes (Real cédula del Rey Don Carlos III de 25 de marzo de 1783: "Con motivo de varias representaciones y recursos que se han hecho al mi Consejo, se ha reconocido que [...] andan vagando por el reyno sin destino ni domicilio fixo diferentes clases de gentes; como [...] los que con pretexto de estudiantes [...] sacan pasaportes los unos de los Maestres de Escuela ó Rectores de las Universidades [...] los escolares, sólo yendo de la Universidades á sus casas vía recta, puedan recibir pasaportes de los Rectores y Maestres de Escuela de las Universidades Literarias; pues los que contravengan, deben ser también tratados como los demás vagos sin diferencia alguna").

Un camino paralelo recorrió la voz "Bigornia", (del latín bicornius, de dos cuernos, en referencia al sombrero que usaban los estudiantes) con la que primitivamente se nominaba a las tunas. A la bigornia la define el Diccionario de Autoridades de 1726 de esta manera: "Los de la bigornia metafóricamente se llaman así algunos guapos que andan en cuadrilla y agavillados para hacerse temer", en clara alusión a lo que sin duda era un grupo de tunantes, quedando la palabra posteriormente aplicada sólo a los estudiantes de la tuna.

Pueden encontrarse rastros o señas de su pícaro ser, asimismo, en ciertas y archiconocidas costumbres de los que andan a la bribia y a la tuna, como por ejemplo la que hoy nos resulta graciosa de motejar a los integrantes del colectivo y, que en esta época, aparte de reforzar el sentido corporativo de los escolares antediluvianos, no es sino estrategia para ocultar la verdadera personalidad, obstaculizando de este modo la acción de la justicia.

También se dice de los grupos que antaño corrían la tuna en vacaciones que se organizaban conforme a las "reglas de la buena sociedad", calificativo que debe entenderse a sensu contrario, es decir, en torno a las constituciones picariles tan en boga en el siglo de oro. Revelador al caso que ahora nos ocupa es el siguiente diálogo del sainete Los Tunos Perseguidos, en el que Andrés, estudiante tunante, al ser acusado de robo por su colega Periquillo, invoca en su defensa las ordenanzas que rigen sus truhanescas vidas:

Poco á poco, seo caranza,
que por eso el refrán dice,
que no hay a veces estacas
donde se cree haber tecinos:
te parece que me falta
un poco de entendimiento
para estarme con cachaza,
al ver que siendo tan tarde
no veníais? No nos manda
una gran ley de las nuestras,
que si la suerte es contraria,
y se ve que la justicia
nos persigue ó amenaza,
no hay partido más seguro
que dar un salto de mata?...

El carácter picaño y delictivo distancia absolutamente a los antiguos tunos de los actuales. En sus correrías eran los primeros "el terror de las posadas y la peste de los mesones, pues ni el huésped ni los caminantes estaban libres de sus malignas invenciones [...] Nunca las hordas de Tamerlán hicieron tanto destrozo como ellos, si podían asaltar á media noche el gallinero ó la despensa del hostelero mismo, ó de alguna casa de la vecindad, y más hubiesen ellos querido ver que entraba en los corrales una manada de zorras que una cuadrilla de estudiantes. En las despensas no hicieron más riza todos los gatos de un convento, y no había chorizos ni perniles que pudieran quedar á cubierto de sus embestidas, pues no fueron tantas las astucias de Sinón para meter los griegos en Troya, como las suyas para sacar ellos manjares de los más recónditos escondrijos".

Pero existen además otras diferencias:

1. los escolares de antaño corrían la tuna más por necesidad que por diversión, pues la tradición había nacido de aquellos a los que su pobreza obligaba a alimentarse de la sopa de los conventos, "este parasitismo flotante, que vivía a costa de las prodigalidades del rumboso, en época de vacaciones y aún en tiempo de estudio, se daba al parasitismo emigrante y bribiático de la tuna" , no siendo obstáculo para tal afirmación el que, como dicen los historiadores de la Universidad de Zaragoza Jiménez Catalán y Sinués y Urbiola, a estas comparsas de tunos muchas veces se unieran escolares hijos de familias ricas que preferían esta vida alegre, pícara y de sobresalto continuo, pues éstos, a la hora de correr la tuna, tomaban los hábitos de los estudiantes pobres, fundamentalmente el tricornio con la cuchara quebrada, lo que no hace sino apoyar la hipótesis de que el uso tiene su origen en los feligreses del pote conventual.

2. Carecían estas alianzas de continuidad en el tiempo, se formaban para las solas vacaciones o para postular en las romerías y festejos de las villas cercanas al Estudio, participando con igual intención en los fastos carnavalescos para los que normalmente se disfrazaban y vendían versos como puede verse en La Pícara Justina, anónimo atribuido al licenciado López de Úbeda que salió de la imprenta de Cristóbal Lasso Vaca, sita en Medina del Campo, en el año de 1605. Eran también estos grupos mucho menos numerosos en cuanto a sus componentes y, como puede imaginarse no entretenían su tiempo en obras de caridad, que ellos mismos eran pobres de solemnidad.

3. No estaban investidas de institucionalidad, es decir, no representaban a ninguna Universidad, Facultad, Escuela o Colegio, y nulas eran también las relaciones con dichos organismos.

4. Menos organizadas que las actuales en su escasa jerarquía sólo puede documentarse la existencia de un jefe o guía de la expedición, elegido por su mayor experiencia o mejores cualidades.

5. La cofradía formada por los que juntos hacían camino corriendo la tuna no estaba integrada sólo por estudiantes verdaderamente interesados en las ramas del frondoso árbol del conocimiento. Sabido es que, desde antiguo, tahúres, vagos, mendigos y pícaros de profesión tomaban matrícula en las Universidades para disfrutar de las preeminencias que el fuero académico proporcionaba, como mejor medio de conseguir una casi absoluta impunidad a sus fechorías, de cuya comisión, como dije no estaban libres los auténticos escolares.

Dice el "Manuscrito del Bachiller Sotanillas" que en sus peregrinaciones los estudiantes especulaban con su buen humor y sus instrumentos pro pane lucrando. El arte tunantesca se compone, pues, de dos variantes, la mendicidad y la música.

Para la primera usan de todo tipo de ardides, y así divierten con sus latines, suspenden al oratorio con inventadas gacetas o falsos conocimientos en medicina, física, matemáticas, astrología, teología, jurisprudencia e historia, y adulan a los rumbosos en espera de una buena propina, lo que se conoce como arenga.

Arenga, mi amado tuno,
Pascual, amigo, la arenga
no es otra cosa que un trozo
de alabanzas en cadena,
dirigidas al sugeto
á quien se le alaba y arenga.
Más clarito: Arenga es
alabar á boca llena
a una persona de sabia;
verbi gracia, aunque sea necia,
de verde, aunque sea azul,
de blanca, aunque sea morena,
de rica aunque sea pobre,
y de hermosa, aunque sea fea.
Pero advierte que las frases
de que usares en la arenga,
han de ser muy campanudas,
han de ser muy circunspectas,
han de ser, por no cansarte,
las frases más lisongeras ...

La música representa la cara amable de la tradición. Manejaban los estudiantes toda clase de instrumentos, desde guitarras, vihuelas, violines, salterios, bandurrias y laudes, hasta pitos, clarinetes, flautas, flautines y bajos de viento, correspondiendo la percusión a triángulos, tambores, castañuelas y panderos. Con ellos interpretaban aires nacionales como jotas, seguidillas, folías, fandangos, zorzicos, malagueñas, zarambeques, corridos, pasodobles, pollos, etc., para los que empleaban letras de temática muy variada que ellos mismos componían, siendo quizás las más antiguas aquellas en las que demandan por Dios, como las que hizo el Arcipreste de Hita para escolares que andan nocherniegos, o las que aparecen recogidas en los escritos de los viajeros que tras la "francesada" llegaron a España. Otras describen las alegrías y miserias de la vida estudiantina, anuncian la llegada de los tunos a la aldea, dan fe de sus relaciones con las féminas o muestran la aguda crítica y el chispeante humor tan característicos de la tropa escolar.

Tocaban los estudiantes en los mesones, en bodas, bautizos y todo tipo de celebraciones, incluidas entierros y misas de ritual, también en bailes organizados por los más pudientes de la villa que recibía su inesperada visita en los que, además de las habituales músicas, sacaban los tunos a bailar a las damas y divertían a los invitados con acrobacias, imitaciones y chanzas, y daban serenatas pero, era en las actuaciones callejeras donde mejor lucían sus habilidades, y son éstas las que más y mejor documentadas se encuentran. Descolla aquí la notabilidad del moscón, moscardón o postulante, estudiante que "afectando ignorancia y simplicidad, consigue lo que quiere", suspendiendo al oratorio con sus discursos y sermones, en los que no existe "astucia ni adulación que no imagine... para hacer llegar el dinero a su tricornio", ni siquiera las más rufianescas. Cuando una hermosa joven, roja como la rosa y fresca como la amapola, pasa a su lado con claras muestras de aturdimiento "el jacarandoso estudiante [...] la hace reír con diabólicas ocurrencias, la pide una limosna, después una mirada, y por último, hinca la rodilla en tierra, tiende el manteo, y por encima de él pasa la bella con aire de natural timidez, profiriendo el galán los más alegres gritos de entusiasmo confundidos con exuberancia de fuerzas y chicoteos". Parece ser que el cargo de postulante se otorgaba a aquel más cualificado para ejercerlo, aunque también puede constatarse la antigua costumbre de subastar la limosna de las poblaciones importantes entre los miembros de la expedición, quedándose el que mayor puja hacía con el importe de todo lo recaudado "después de entregar al fondo común el tanto en que se había convenido", uso este destinado a disuadir a los sisones.

Alrededor del segundo tercio del siglo XIX el singular modo de vida de los caballeros de la tuna a punto estuvo de esfumarse. El cúmulo de factores que lo hicieron posible, experimentaron una avalancha de profundas transformaciones.

En primer lugar, por mandato del título V de la constitución de 1812, que eliminó de un plumazo el alcance de todas las jurisdicciones especiales a excepción de la eclesiástica y la castrense, desapareció el fuero académico, y con él la protección y los privilegios que durante siglos habían favorecido a la casta escolar.

El despotismo ilustrado, en su afán racionalizador de la vida universitaria, minó las bases democráticas sobre las que tradicionalmente ésta se había asentado. No podían ya, por tanto, los estudiantes proponer al claustro sus candidatos a los diversos cargos con poder de gobierno.

La obligatoriedad en el uso del traje académico fue definitivamente suprimida en el año 1835, viéndose constreñidos los escolares a colgar manteos y tricornios, y a utilizar ropas de gentes.

La ciencia también aportó su grano de arena, trocando las caminatas de vuelta a casa o a la universidad, excusa y razón de ser primigenia de la alegre costumbre de correr la tuna, en cómodas travesías ferroviarias.

Por todo quedó mermada la identidad que, durante siglos, describía al gremio escolar, y esta mengua tuvo repercusiones directas sobre las tradiciones que, hasta ese momento, habían guardado celosamente los estudiantes, pues no tenían necesidad de arrojarse a los caminos para buscar su sustento vacacional. Pero, como dije, los escolares corrían la tuna además por diversión, y era frecuente que grupos formados por los hijos de Minerva constituyeran Bigornias con las que acudir a las romerías de los pueblos cercanos a su Universidad, o para dar matraca a la ciudad entera con pretexto de las fiestas que celebran el reinado carnal de Momo, Baco y Terpsícore. Sobrevivió esta faceta y tomó auge al legalizarse, a mediados del diecinueve, la celebración pública de los carnavales.

Pero a la par que las auténticas Estudiantinas (apelativo neutro que en esta época desbancó al clásico y cargado de significado, Tuna) aparecieron otras que, aún careciendo de sello escolástico, se apropiaron de su nombre:

1. En primer lugar se conocía como Estudiantinas a ciertas orquestas profesionales de pulso y púa que usaban galas de estudiante en sus actuaciones. Como ejemplo de éstas sobresale la "Estudiantina Fígaro", fundada en el Madrid de 1878, que dio conciertos en los principales teatros de toda Europa e hizo dos giras por el continente americano que tuvieron, amén de un enorme éxito, un efecto polinizador, pues a su imagen se crearon otras en países lejanos y extraños al mester. "Hoy día podemos afirmar, que en casi la totalidad de los principales Centros Universitarios de Hispanoamérica, se han formado Tunas [...] junto con otras Estudiantinas que también se han ido creando en Portugal, Italia y Holanda [...] hay que apuntar que sus formas de actuación excluyen el componente picaresco, tan propio de las Estudiantinas españolas", seguramente porque heredaron la tradición de unas agrupaciones, las decimonónicas, desprovistas como veremos de tal carácter.

2. También se conocían como Estudiantinas a las comparsas de carnaval que imitaban en sus ropas a los antiguos estudiantes. Pudiera pensarse que no fueron muy numerosas y que ejercían sólo en las urbes de escasa o nula tradición universitaria, pero la realidad demuestra todo lo contrario. Alcanzaron un enorme auge, y hubo un tiempo (finales del XIX principios del XX) en el que las Estudiantinas escolares desaparecieron casi por completo , por lo que camparon a sus anchas. Mantuvieron con las universitarias, como señas de identidad propias, ciertas diferencias, sobre todo en la orquestación, en la que sumaron a los clásicos manejados por las Bigornias (guitarras, bandurrias, laudes, flautas y panderetas) instrumentos de viento, y algunas no llevaban más que éstos; y en las condiciones de sus miembros, fundando Estudiantinas femeninas, infantiles y mixtas. Con posterioridad las escolares recuperaron el nombre de Tunas, dejando el término Estudiantina para designar a todas las demás agrupaciones.

Volviendo al tema principal de nuestro estudio, el resurgir de las Estudiantinas o Tunas escolares no anduvo exento de polémica. Los diarios y revistas se empeñaron en comparar a estas modernas agrupaciones con las cuadrillas de estudiantes que antaño corrían la tuna. La polémica se me antoja estéril, el inexorable paso del tiempo había hecho su trabajo y, claro está, era normal que las Tunas perdieran su esencia hampona, aunque no por eso dejaron los estudiantes de ser picaños, no así las artificiosas Estudiantinas indoctas.

"¿Osté ser de Salamanca?", preguntaba un extranjero á uno de los postulantes de estudiantina que se le acercó para pedirle dinero.
Y el mozo, que era de buena raza escolar, le contestó:
"Oui, monsieur, y de fines del siglo XVII".

Las diferencias más notables, además de la anterior y cardinal, afectaban a los siguientes puntos:

1. Al contrario que las Tunas inveteradas, en las mascaradas del siglo XIX y principios del XX, la Estudiantina "era utilizada como pretexto para fortalecer las posiciones de quienes consideraban que el Carnaval tenía que ser higienizado de tanto mamollo y tanto mascarón grosero, que convendría sustituir por estas agrupaciones más cultas y artísticas, y en consecuencia menos conflictivas". Gozaban por tanto de una excelente fama a la que contribuyó su participación activa en obras sociales de caridad, postulando en favor de los más necesitados, y que continuó acompañándolas cuando ampliaron la gama de sus actuaciones con serenatas, conciertos y giras por el extranjero.

2. En lo que atañe a los repertorios musicales, las Bigornias se limitaban a la interpretación de aires nacionales. Las Estudiantinas sumaron a estos, piezas de música clásica sólo instrumental, como sinfonías y oberturas, y aires extranjeros como el alemán schottisch o la barcarola italiana, junto con los valses, polcas, gavotas, mazurcas, marchas, etc. La dificultad de las nuevas partituras hizo que en el seno de las Estudiantinas se formaran dos secciones, una coral y otra instrumental, lo que amplió el número de sus componentes a límites insospechados. Compositores profesionales pusieron su inspiración e ingenio al servicio de las Estudiantinas, siendo que en esta época comenzó a formarse un repertorio exclusivo para ellas.

3. El uniforme de las Estudiantinas "si bien ostentaba el tricornio, presentábalo reformado y embellecido, no siendo ya aquel sombrero mugriento y de grandes picos del siglo XVIII, uniendo en flagrante anacronismo, el cuello de abanillo del siglo XVI, con las medias, calzas y valones negros del XVII, y los zapatos de hebilla y el tricornio del XVIII, suprimiendo además la característica sotana". Incorporaron también nuevos elementos como un lazo, prendido en la parte alta de la manga o en la misma hombrera, cuyo color identificaba los estudios que seguía su portador, al igual que las actuales becas; las coloristas cintas cosidas a la capa por medio de una moña o escarapela; y el antifaz con el que ocultaban a veces su rostro en las actuaciones carnavalescas. Apareció en estos años asimismo la figura del abanderado, las Estudiantinas daban comienzo al pasacalles, encabezadas por un estudiante que sostenía un pendón en el que aparecía impreso el nombre y la procedencia de la que en ese momento alegraba la población. Se hacían acompañar también las Bigornias de mascotas, es decir, niños ataviados al uso escolar, generalmente no ejecutantes, aunque algunos fueron hábiles instrumentistas como el niño García, que tocaba admirablemente la pandera en la Estudiantina Cordobesa de la última década del siglo XIX.

4. Aumentaron también los escenarios propicios para sus actuaciones. Las Estudiantinas eran recibidas en los andenes de la estación de ferrocarriles por un numeroso público avisado de su llegada por la prensa local. Marchaban después en dirección al Ayuntamiento y Gobierno Civil, en los que se solicitaba sucesivamente el permiso para desfilar por las calles de la villa. A la tarde interpretaban sus repertorio en los círculos de recreo, casinos, sedes de los periódicos, casas de personalidades y en el teatro de la ciudad, ya fuera en los entreactos de la obra que en esos días se estuviera representando o en un concierto donde la Estudiantina copaba el cartel, y en los que era frecuente que un grupo de entre sus componentes, generalmente los postulantes, escenificara en el interludio pequeñas comedias teatrales de un solo acto. Se generalizaron los concursos de Estudiantinas celebrados, junto a los de comparsas, carrozas, coches adornados y disfraces, en los días de carnestolendas (el primero de los celebrados en Córdoba ocurrió el 20 de febrero de 1912, y participaron las Estudiantinas del centro Filarmónico Egabrense, la de Montoro y la del Centro Filarmónico de Pueblonuevo del Terrible que finalmente lo ganó).

5. La dificultad de los repertorios y la enorme cantidad de acontecimientos lúdicos para los que eran reclamados influyó en el marco de la estructura interna de las Estudiantinas, que se hizo mucho más compleja. No se trataba ya de agrupaciones fugaces forjadas para haber mantenencia durante la estación de recreo, sino estables y a las que se acedía tras un periodo de aprendizaje. De estar comandadas por un estudiante que demostraba su mejor capacidad o mayor experiencia, pasaron a serlo por una especie de junta directiva a cuyo vértice se situaba el jefe o presidente, que contaba con un subjefe o vicepresidente para ayudarlo en su labor o sustituirlo en su ausencia, seguido de los encargados de otros departamentos u actividades, así el director o directores musicales (uno para la orquesta y otro para el coro), los solistas (instrumentales o vocales) capaces de ejecutar las piezas que el anterior/es marcaba, el tesorero que administrara los recursos obtenidos de la postulación o a través de subvenciones... cargos, todos y cada uno de ellos, delimitados en suma por unos estatutos o reglas que fijaban además la identidad, objetivos e intereses de la Estudiantina toda.

6. Mostraron por último las Estudiantinas una cierta adscripción hacia el alma mater que las vio nacer, la Universidad. Mudaron los abstractos títulos con los que en principio se dotaban a sí mismas ("Estudiantina Española" , "Estudiantina Vasco-Navarra" ...) por otros que revelaban su docta procedencia de forma inequívoca ("Tuna Escolar Salmantina", "Tuna Escolar Gaditana"...), y cuando durante los locos años veinte se produjo un verdadero boom en la fundación de Estudiantinas, de modo que cada ciudad universitaria contó con más de una, se agruparon sus miembros conforme a la carrera que estudiaban, dándoles entonces el nombre de la Facultad común ("Tuna de la Facultad de Medicina de Granada", "Tuna Escolar Veterinaria de Córdoba"...). Las actuaciones en actos académicos se hicieron frecuentes y, como ya dije, retomaron las agrupaciones universitarias el clásico apelativo de "Tunas", arrostrado hasta entonces por sus evidentes connotaciones.

La contienda civil truncó la evolución de las Tunas y Estudiantinas. Luego de unos años de silencio, ya en los años cuarenta, volvieron a constituirse Tunas.

En la España de la dictadura (1939-1975) el Sindicato Español Universitario, S.E.U, será el encargado de regular las actividades de los diversos grupos escolares, dotándolos de la infraestructura organizativa necesaria. Junto a los colectivos corales, deportivos, sección femenina y T.E.U (teatro universitario) se crea la Tuna como mejor medio de allegar fondos para las distintas obras de componente social que desde el sindicato se promovían en favor de los estudiantes necesitados, como la "Ayuda Universitaria", "Bolsa del Libro" y "Hogar Universitario".

Comenzaron a fundarse en la década de los cuarenta. En 1945 la Jefatura Nacional del S.E.U convocó el "I Certamen Nacional de Tunas", celebrado en Madrid durante los días 5 y 6 de marzo, al que concurrieron las Bigornias de Salamanca, Valladolid, Valencia, Santiago de Compostela, Córdoba y Madrid. Como puede verse eran todavía pocas las existentes.

La Tuna en si representaba un colectivo potencialmente peligroso a los ojos de la dictadura que, como todas, impuso un férreo control en lo concerniente al derecho de asociación y reunión, sobre todo si tenemos en cuenta sus bases y naturaleza, es decir, estar integrada por estudiantes (eventualmente subversivos) y ejercer su dominio cuando el día muere con el ocaso y reina la noche. Cayeron no obstante algo tarde en la cuenta de esta circunstancia las jerarquías del régimen, y para cuando lo hicieron la Tuna gozaba de las simpatías de la ciudadanía. Los que aún eran niños antes de comenzar la guerra, y por tanto desconocían la tradición, veían en la Estudiantina una curiosa novedad, a los mayores, en cambio, les traía recuerdos de los años de paz. La traba se agudizó con la proliferación inusitada de agrupaciones y su inquietud por regalar el arte que atesoraban más allá de los Pirineos.

Constituyó la primera medida de control una Circular de la Dirección General de Seguridad de 10 de marzo de 1955 (BOE 18 marzo 1955, referencia Aranzadi 420) que preceptuaba el desfile de agrupaciones musicales estudiantiles en estos términos:

1. A partir de esta fecha, para que puedan actuar y desfilar en la vía pública las Agrupaciones musicales de estudiantes conocidas por "Tunas", será requisito indispensable la autorización escrita de la Dirección General de Seguridad, que únicamente se otorgará previo informe del Sindicato Español Universitario. Anexo a dicho documento, que deberá llevar en todo momento consigo el jefe de la "Tuna", irá la relación nominal de los componentes de aquélla, con expresión de domicilios y Facultades en que cursen estudios.

2. Por los Agentes de la Autoridad se exigirá, cuando así lo considerasen oportuno, la exhibición del aludido permiso, denunciando a la Autoridad Gubernativa correspondiente las infracciones a lo anteriormente dispuesto, para su debida sanción.

La Circular adelantaba una regulación más amplia que tocaría, esta vez sí, la propia organización y funcionamiento de las Tunas Estudiantiles, la Orden de 12 de noviembre de 1955, núm. 195 (BOE 7 diciembre 1955, referencia Aranzadi 1672. Boletín del Movimiento núm. 642, del 1 de diciembre).

Recoge la norma en sus dos primeros artículos una línea de subordinación doble. De un lado "No podrán existir más Tunas que las dependientes del Sindicato Español Universitario, correspondiéndole exclusivamente al Jefe del S.E.U su creación, organización y supresión. Para su funcionamiento dependerán del Jefe del Departamento de Actividades Culturales (Art. 1º)", y todos los cursos serán presentados a la aprobación de la Jefatura Nacional a través del Departamento Nacional de Actividades Culturales el programa a desarrollar por las Tunas Universitarias (Art. 13º). De otro se crea un "Servicio Nacional de Tunas", enmarcado en el Departamento de Actividades Culturales, al que se otorga la dirección y control en las actuaciones de carácter nacional (Art. 2º).

La segura contingencia de que en la Tuna aniden elementos sediciosos o contrarios al sistema se procura atajar desde dentro de la propia agrupación, exigiendo como requisito de admisión que el candidato, amén de ser universitario mayor de 17 años y menor de 27 y con suficientes conocimientos musicales, carezca de "nota desfavorable en el expediente sindical" (Art. 3º). Igual función cumple el artículo 4º, según el cual "el Jefe de la Tuna será designado por el Jefe del S.E.U y pertenecerá a la Primera Línea o a la organización de encuadramiento político equivalente. La Tuna podrá tener un director musical que dependerá del Jefe de la misma"; y el 5º que hace recaer la contaduría de los medios económicos de la Tuna en la Administración del Sindicato, prohibiendo a su vez, terminantemente, la realización de contratos publicitarios comerciales, así como las cuestaciones y colectas públicas, aún para fines benéficos.

Como si con esto no bastara se incide en la necesidad de evitar en lo posible la creación de Tunas de Facultad o Escuela Especial, salvo en el caso de que circunstancias extraordinarias lo aconsejen, debiendo solicitar del Servicio Nacional de Tunas la autorización correspondiente (Art. 8º).

Nuevos permisos se suman a los instituidos por la Circular de la Dirección General de Seguridad de fecha 10 de marzo de 1955. En primer lugar un consentimiento expreso por escrito del Jefe del Departamento de Actividades Culturales del S.E.U para todo tipo de actuaciones (Art. 9), y otro, igualmente escrito y expreso, de la Jefatura Nacional, para los viajes al extranjero (Art. 6º).

Trata la reglamentación en su afán legislador otros temas que a priori parecen de menor importancia, pero que, a poco se piense la tienen y mucha. Tal es el asunto del artículo 7º, que normaliza ciertos complementos del traje de tuno, que identifican a su dueño, o las insignias que obligatoriamente han de engalanar la bandera de la agrupación.

Más explícitas son, por último, las disposiciones 10, 11 y 12, que prevén una completa batería de sanciones en correspondencia a las diversas infracciones de la Orden, e incluso a la inobservancia de otras que contravengan la moral amparada por el régimen o su dirección política.

Art. 10. Las sanciones a las infracciones de la presente reglamentación comprenderán desde la suspensión de toda actividad durante un determinado plazo de tiempo, hasta la disolución definitiva de la Tuna. En caso de faltas colectivas que afecten a toda la Tuna, las sanciones serán propuestas por la Jefatura del S.E.U a esta Jefatura Nacional.

Art. 11. En caso de infracciones individuales de algunos miembros o pequeños grupos de la Tuna, las sanciones serán impuestas por el Jefe del S.E.U a propuesta del Jefe de la Tuna, comprendiendo desde su expulsión hasta la formación de expediente sindical. En todos los casos la sanción será comunicada a la Jefatura Nacional y a las autoridades académicas correspondientes.

Art. 12. Las sanciones no sólo se impondrán en los casos que recoge esta reglamentación, sino también en todas aquellas faltas de tipo moral y político que a juicio del Jefe del Sindicato Español Universitario puedan perjudicar a la Tuna y al Sindicato.

Puede extrañar que, pese a todas las precauciones contenidas en las anteriores normas, la Orden de 12 de noviembre de 1955 tolerara a las Tunas llevar a cabo sus anheladas giras por tierras foráneas, pero estaba en mente del caudillo utilizar el rico folklore español como medio de propaganda del régimen, que por esos años atravesaba y sufría el aislamiento del resto de las naciones civilizadas. Fue ese el involuntario tributo que las Estudiantinas hubieron de pagar en logro de sus sueños, aunque debe considerarse en su descargo que "la propia dinámica de las Tunas, su espíritu difícilmente controlable, fue abriendo sus puertas mucho antes que los cambios políticos se fraguasen".

Aparcando el signo que en las últimas páginas ha tomado este ensayo, las Tunas Universitarias del S.E.U hicieron también sus aportaciones. Primeramente popularizaron el mester considerablemente, y ello gracias sobre todo a la enorme cantidad de grabaciones discográficas que en esos años salieron al mercado y a las frecuentes apariciones en programas televisivos y filmes cinematográficos. La mayoría de las canciones más conocidas y que a todos nos suenan fueron compuestas en esta época.

Adicionaron la indumentaria con la Beca que, al proliferar las Tunas de Facultades, Escuelas Especiales y Colegios Mayores, sustituyó al lazo que identificaba con su color los estudios que cada tuno seguía; las cintas bordadas de colores como recuerdo femenino, que los escolares prendieron de sus capas, dándoles una policromía muy superior a la alcanzada por las Estudiantinas de antes de la guerra, y cuyo origen se encuentra en las que los caballeros andantes del Medievo recibían de sus damas; los escudos de los distintos países y ciudades visitadas en las giras, cosidos al manteo, influencia de la moda mochilera tan en boga por entonces; y desde hace relativamente poco tiempo se usa también el jubón con mangas acuchilladas o afaroladas y gregüescos con vivos del color de los estudios de procedencia, presentes ya en el traje de caballero español del siglo XVI. Es de lamentar por el contrario la decadencia en el empleo de la prenda de cabeza, el bicornio, que actualmente sólo se ve en contadas ocasiones.

Por lo que se refiere al repertorio se interpretaban canciones propiamente de Tuna, aires nacionales, piezas de música clásica y temas de origen sudamericano que en estas fechas comenzaron su influencia, hasta el punto que hoy existen Tunas aquejadas de sudamericanitis pues prácticamente sólo aquellos ejecutan. La variedad de músicas repercutió en la de los instrumentos necesarios para tocarlas. Aparecieron entonces muchos de los tradicionales del cono sur americano como el cuatro, charango, quena..., ordinario fue también el manejo del acordeón, los violines continuaron empleándose, si bien cada vez menos, en tanto que el laúd aumento en prestigio e importancia. El S.E.U se afanó en proteger la pureza instrumental de las Tunas, autorizando para los concursos el uso de sólo bandurrias, guitarras, laudes, violines, mandolinas y panderetas, y dando competencia al jurado para determinar si los presentados en escena respondían a las características que se les suponen. En el Certamen Nacional celebrado en Zaragoza con motivo del 150 aniversario de los Sitios durante los días 16 a 19 de marzo de 1959, "la Tuna de Cordobesa, verdadera orquesta de Cámara, en la que figuraba incluso algún instrumento no tradicional en estas agrupaciones" , no alcanzó ninguno de los trofeos que en el mismo se concedían, sin embargo el jurado puso de relieve "que la Tuna de Córdoba es la mejor de cuantas han desfilado por estos concursos nacionales, pero no les fue adjudicado el primer premio por no ajustarse en su composición a las normas establecidas".

Las actuaciones siguieron teniendo por marco la calle (serenatas y pasacalles) o locales cerrados, generalmente teatros o círculos, para los que se ingeniaba un espectáculo compuesto de números de humor, música (a cargo de la totalidad de la agrupación o de solistas, entre los que destacaba la mascota, alevín que ataviado de tuno ejecutaba una pieza arropado del acompañamiento necesario) e ilusionismo. Esta función significaba la base de las representaciones que, amén de realizarse en el extranjero, aconsejaban un montaje selecto, como las concertadas con programas televisivos o radiofónicos, o con las Universidades de las naciones visitadas.

Con la muerte del dictador en el año 1975 cayó también el S.E.U y su labor encorsetadora de la vida universitaria. Las Tunas se integraron en su Facultad aún más si cabe, pues ya desde los sesenta la fundación de las que representaban a determinados estudios con grado de licenciatura, Escuelas de diplomatura o Colegios Mayores resultó imparable a pesar de los deseos del régimen de limitar en lo posible su creación. Los certámenes se han especializado hasta el punto que existen de muchos tipos: provinciales, regionales, nacionales que agrupan a las Tunas que cursan iguales estudios, internacionales, e incluso algunos que llevan el nombre de una ciudad y se celebran en la misma año tras año con Tunas de la más diversa condición, y que pueden ser a su vez nacionales, si sólo concursan Tunas del solar hispano, o internacionales, si también participan algunas de otros países. Producción original de esta época es el nacimiento de Asociaciones de Antiguos Tunos y Cuarentunas, que celebran anualmente un congreso que a la fecha va por la sexta edición. Han renacido con fuerza las Tunas femeninas, retomando el ejercicio del mester que emprendieran hace más de cien años.

En fin, goza ahora la Tuna de buena salud, eso sí, sometida a un proceso cíclico de mayor o menor esplendor, aunque su destino parece ser el de no desaparecer nunca. La costumbre se ha extendido de una manera abrumadora tanto en España como fuera de ella, y lo que a veces aquí es denostado se alaba fuera de nuestras fronteras como tradición digna de admiración y total apoyo, exportable por lo antigua y pintoresca, y susceptible de apropiación y copia, por lo que no se comprenden los venablos y sandeces que gustan verter, siguiendo la moda, ciertos protoignorantes o progreignorantes a quien más valiera informarse en lugar de recurrir a los típicos tópicos que tan mal ven en ajenos belfos.

Se acusa a la Tuna de derechona, en lo que no deja de ser uso clásico español consistente en politizar todo lo que en la vida nos rodea, cuando de lógica se comprende que "la Tuna está en una dimensión aparte como tantas actividades relacionadas con inclinaciones naturales y perpetuas, el teatro, los toros, la música, en la Tuna caben izquierdas, derechas y centros y, quien conoce una Tuna por dentro sabe que suele haber en ella de todas las tendencias, como entre toreros, músicos, futbolistas y levantadores de pesas y que en ellas la tolerancia política es absoluta. La Tuna, con siete siglos de historia es pampolítica y ha atravesado épocas y regímenes sin romperse ni mancharse". El apoliticismo militante de la Tuna como tal, puede comprobarse ya en las Bigornias del siglo XIX, por ejemplo en la "Estudiantina Española" que fue a París en el año 1878, de la que nos dice La Ilustración Española y Americana (nº XII) que:

"Zabaleta y Castañeda, amigos cariñosos, fueron aclamados presidente y vicepresidente de La Española por los escolares que se afiliaron desde el primer momento en la misma, y se comprometieron á observar y hacer observar el indicado reglamento, sin mezclarse para nada en asuntos políticos, y han cumplido lealmente su compromiso en París, en Poitiers, en Valladolid y en Madrid".

Por cierto, éstos dos, años antes a la gira, lucharon en bandos enfrentados durante la guerra que culminó con el derrocamiento de la Iª República y la promulgación de la Constitución moderada de 1876.

Curiosa y al caso es la anécdota recogida por Antonio María de Segovia en "La Estudiantina", de su "Colección de Artículos Satíricos y Festivos" (1840). A pesar de su extensión permítaseme transcribirla íntegra, pues no tiene desperdicio.

"Vamos, ciudadanos, vamos soltando los cuartos; que más vale que nosotros nos los llevemos que no los exaltados o los moderados: nosotros, a lo menos, hablamos clarito y divertimos al público; ellos mienten que se las pelan, y siempre andan a cachiporrazos, con el patriótico fin de ser ministros para hacer la felicidad de los españoles, empezando, como está en el orden, por el número uno. Los unos empeñados en embocarnos la soberanía y los derechos imprescriptibles a cambio de pesos duros empapados en sangre, los otros predicando moderación a la caridad evangélica de Cabrera, a la mansedumbre de palillos, y a la ternura de corazón del señor don Carlos, humanísimo rey de aquellos tigres...
Tin... tiruriru-liraliru-lin,
trin-tin-lin-lon.
De unooos y otros embaidooores...
de unooos y otros embaidooores
ambiiiciosos que te engaaañan,
ríeeete cual nos reiiimos
nosoootros a carcajadas...
nosoootros a carcajadas
de unos y otros embaidooores.
¿Qué es eso, Juanico: con quién te andas peleando? Cuidado, que aquí no queremos nada con gente de bigote y pendenciería... Paz y vida alegre. ¿Pregunta usted de qué partido somos, si de todos nos burlamos? Del partido de la nación, del pueblo español entero. ¿Qué gobierno queremos? El que mande a la española: que hable poco, que obre mucho, que acabe la guerra, que haga justicia a todos y, sobre todo, hermano, que no robe, que no robe ni acabe de sangrarnos... De lo demás no entendemos: ni de palabrerías, ni de teorías, ni de discursos pomposos, ni de artículos de periódicos, ni de programas, ni de alocuciones, ni de protestas patrióticas, ni de que los consejos de guerra den por inocente al que todos sabemos que es culpable... Porque ¿sabe usted lo que hemos sacado de los que hemos visto en tantos años? ¿Lo sabe usted? ¿Quiere usted saberlo?... Pues señor... yo no quiero decirlo. Siga la música...".

Fueron tunos Blasco Ibáñez, Castelao (Presidente de la IIª República) y Rafael Altamira, quienes conozcan su biografía pueden juzgar si eran de derechas o de izquierdas. Quienes hayan leído las páginas en que se citan las normas elaboradas por el sistema franquista sobre la Tuna, juzguen si ésta lo es, y si lo son los actuales tunos, nacidos tiempo después a que el dictador falleciera.

Otras de las críticas a la Tuna vienen de los nacionalistas, que la consideran "española", en el sentido peyorativo que suelen dar a este término, cuando es internacional, y corrieron la tuna por ejemplo estudiantones matriculados en la Universidad de Lérida (fundada en el 1300). Más me inclino a pensar que desconocen las costumbres del pueblo a cuya independencia política aspiran.

Estudiant sojo, senyoras.
Estudiant sojo y non pesa
perque de l´estudiantinasurt valor i gentilesa.


Quiero agradecer a Rafael Asencio "Chencho" de la Tuna de Medicina de Córdoba por el artículo publicado en Tunos.com

Fundación de la Tuna de la ESIME Azcapotzalco

Después de algunos meses de planeación famélica por cuestiones diversas, de asistir a varios eventos (entre ellos, varias de las presentaciones con respecto del aniversario de la Tuna Femenil de la ESIQIE), de leer y leer artículos sobre Tunería, de explicar lo que entendí sobre esos artículos a los compañeros para que se interesaran en integrarse a la Tuna, y tantas otras cosas que se hicieron necesarias para comenzar esta aventura, por fin el 10 de Octubre de 2008 se hizo formal que la ESIME Azcapotzalco del Instituto Politécnico Nacional tiene nueva Tuna, la Tuna Varonil de la ESIME Azcapotzalco.

Gracias al apoyo del Ing. Armando Rodríguez Mena que es el Jefe del Departamento de Difusión Cultural del plantel, a mi amigo y hermano Miguel Ángel Ábrica por todas las horas de plática y la idea de integrarme con el a la Estudiantina Asunción, de ahí salió la inquietud de formar la Tuna del plantel y quien mejor que ellos para ser los Padrinos, al tocayo por tantos datos útiles relacionados con la Tunería, y a todas las personas involucradas en esto de una u otra forma... GRACIAS